Café, medio ambiente e impacto económico: la cadena de valor del café
Desde que el café es cultivado en las plantaciones hasta que llega a nuestras tazas en forma de infusión, sigue un proceso de transformación que conlleva una suma de valor. Es lo que se denomina cadena de valor del café, que está constituida básicamente por 3 eslabones: producción, procesamiento y comercialización.
La pieza principal de la actividad económica del café, pero a la vez la más débil, son los cafetaleros, ya que los costes de producción superan, en algunas ocasiones, al precio de venta, lo que puede causar una pobreza casi estructural. Bonka lleva 80 años trabajando con los cultivadores y sus comunidades para producir el mejor café y, sobre todo, para conseguir una producción sostenible.
La clave: sostenibilidad
Sostenibilidad es el concepto clave. Los recursos naturales del café como el agua y la tierra, imprescindibles para su producción, dependen cada vez más del cambio climático y del modelo de producción. De hecho, los dos grandes problemas derivados del actual modelo de consumo de café son la erosión de los suelos y la deforestación. Para garantizar una producción sostenible se deben potenciar las plantaciones de cafeto que mantienen la estructura de vegetación y la biodiversidad.
Pero la sostenibilidad no afecta solo al origen de la producción del café. En los últimos años se está instaurando cada vez más un modelo de cafetería sustentable en destino. La preocupación y sensibilidad de baristas y nuevos emprendedores por el entorno y por los problemas sociales y medioambientales ha dado lugar a la aparición de negocios de venta y degustación de café socialmente sostenibles.
En estos nuevos modelos de negocio, es tan importante ofrecer un café de alta calidad como asegurar que proceda de plantaciones sostenibles y responsables con el entorno y las comunidades de productores.
La amenaza del cambio climático
El cambio climático, cada vez más patente en el hábitat del café, con aumento de las temperaturas y la alteración de las precipitaciones, amenaza las plantaciones de las actuales áreas de producción. De hecho, se calcula que de aquí al año 2050, el área de cultivo de café se reducirá en un 50% a causa del incremento de las lluvias y de temporadas secas cada vez más áridas.
Paralelamente a las alteraciones climáticas, la demanda de café no deja de aumentar debido a los cambios de hábitos y al desarrollo de economías emergentes. Se calcula que el consumo de café aumentará un 25% en los próximos cinco años y, por consiguiente, si la tendencia se mantiene, que de aquí al 2050 se debería multiplicar por 2,5 la superficie disponible para las plantaciones, lo que incrementaría los efectos negativos que ya se están constatando.
Las precipitaciones irregulares y el aumento de temperatura ya han tenido una primera consecuencia en la producción de café: los países centroamericanos, por ejemplo, han perdido hasta el 30% de su capacidad de producción.
Esto, sumado al impacto ambiental del café producido en plantaciones de cultivo intensivo, que afectan al entorno tanto por el uso de pesticidas y fertilizantes que contaminan el agua como por la erosión que provocan en el suelo, amenazan la continuidad de producciones futuras.
El cultivo sostenible como solución
En el otro lado de la moneda está el cultivo de café responsable y sostenible. El fruto del cultivo sostenible es un impacto del café en el medio ambiente positivo, reflejado en el buen manejo de plagas, de los suelos, en el mantenimiento de la biodiversidad de las plantaciones y, a la larga, del buen rendimiento de los cultivos. En definitiva, se trata de producir conservando y conservar produciendo.
Para combatir la desertificación y la sequía, Naciones Unidas apuesta por el consumo de productos de agricultura orgánica y comercio justo. Lo que influye sin duda alguna no solo en la producción sino en toda la cadena de valor: café, agricultura sostenible y comercio justo son tres términos que deben ir unidos para garantizar un buen rendimiento de los cultivos, una vida digna para los productores y que la población mundial pueda seguir disfrutando del placer de degustar una taza de aromático café.
Consumo responsable
Una cadena de valor de café incluye desde el origen del café, cuando se plantan las semillas del cafeto, hasta el momento final en que es consumido en los países de destino, ya sea en casa o en una cafetería.
Y es aquí donde entran en juego los nuevos modelos de cafetería que se están imponiendo poco a poco, sobre todo en grandes ciudades de todo el mundo. El impacto ambiental de una cafetería debe estar acorde con el del resto de eslabones de la cadena del café.
Si poco a poco se subsanan los actuales problemas ambientales en la producción de café, no sería lógico que no se hiciera lo mismo en el momento de consumir el producto final. Por eso, una parte importante de la economía del café pasa por los nuevos modelos de cafetería. En ellos se apuesta por café de cultivo sostenible y otros productos de proximidad y de temporada, así como por una buena gestión de residuos y formación de personal.
Colombia: café de calidad
El caso de Colombia es un ejemplo de agricultura sostenible frente a los cultivos intensivos de otros grandes países productores como Brasil y Vietnam. Es el principal productor de café arábico lavado del mundo. La economía cafetera en Colombia proporciona 741.000 empleos directos y 1,4 millones de indirectos, según datos de la Federación Nacional de cafeteros (FNC).
El 90% de las fincas de café está en manos de pequeños productores, que controlan de principio a fin el proceso de plantación, cosecha y post cosecha. El resultado es un café que se distingue por su calidad respecto a otros procedentes de cultivos intensivos.
La calidad es el motor de la economía cafetera colombiana. La marca registrada Café de Colombia, cread por la FNC, asegura al consumidor que el café es 100% colombiano y de calidad excelso, es decir, que todos los granos que lo componen han sido debidamente seleccionados y cumplen cualidades como que son parejos y planos, con color y peso homogéneos.
Solo un café 100% Colombia, como el café Puro Colombia de Bonka, ofrece las cualidades de un café de taza típica colombiana: suavidad, acidez alta, cuerpo balanceado y gran aroma.
El cambio climático y el modelo de producción intensivo son los principales escollos para la supervivencia de la economía del café, tal como la conocemos hoy en día.
Ésta solo podrá sobrevivir si se adapta y evoluciona hacia un modelo de producción sostenible y responsable socialmente, que ponga en igualdad de condiciones a todos los eslabones de la cadena de valor de la producción cafetera.